RESCATE CULTURAL Y DESARROLLO SOSTENIBLE
-ARTESANÍA Y DISEÑO SUSTENTABLE-
Por: EDUARDO GABRIEL PEPE
Universidad Nacional de Cuyo
Mendoza, Argentina
(Conferencia dictada en el 3º Seminario Internacional de Investigación sobre Diseño Sustentable. Universidad Autónoma de Tamaulipas. Tampico, septiembre de 2009)
Introducción
Diseño sustentable es aquel diseño que atiende las necesidades del presente, sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras. Es aquel diseño que respeta la capacidad de renovación de la biosfera, alterando en el menor grado posible el medio ambiente.
Diseño sustentable es el diseño que debe mejorar la calidad de vida del “hoy” sin perjudicar el “mañana”, teniendo en cuenta el contexto cultural, social, económico y ambiental.
Sin embargo, una característica que diferencia al ser humano de las otras especies animales, además de la facultad de raciocinio, es la capacidad para modificar su medio ambiente. El hombre, aunque apareció relativamente tarde en la historia de la Tierra, ha sido capaz de modificar en gran medida el medio ambiente, adaptándolo a sus necesidades, como forma de escapar a las constricciones medioambientales que lo limitaban. Aunque en un principio los humanos deben haber vivido más o menos en armonía con su contexto, como el resto de los animales, el distanciamiento de la vida salvaje comenzó ya en la era prehistórica, y mientras las poblaciones humanas se mantuvieron relativamente pequeñas y con tecnología modesta, el impacto sobre el medio ambiente fue solamente local. Al ir aumentando en número y en poder tecnológico, el impacto humano se ha tornado muchísimo más significativo, generalizado y global. El hombre ha ido modificando su contexto, alterando sustancialmente el desarrollo armónico de los ciclos naturales, consumiendo hasta el agotamiento recursos no renovables e incluso recursos en teoría renovables. Por lo tanto desde que el hombre es hombre ha ido sistemáticamente degradando el medio ambiente.
Desde el primer momento en que el hombre comienza a diseñar su contexto, comienza a desarrollar en forma sostenida un diseño NO sustentable.
Un diseño cien por ciento sustentable es hoy prácticamente inviable, por lo que es posible afirmar desde cierto punto de vista, que el diseño sustentable no existe. Sin embargo desde la profesión del diseño es posible desarrollar pequeñas intervenciones responsables que aporten a la no destrucción del medioambiente, o por lo menos, que no profundicen el grado actual de deterioro del contexto.
Es una realidad que plantear hoy la temática del respeto por el medio ambiente y de la sustentabilidad en los productos industriales es un hecho políticamente correcto.
Sin embargo, también es una realidad que en un gran número de casos, el planteo de productos o de diseños sustentables no sobrepasa el estatus de argumento de venta, totalmente vacío de un contenido serio sobre la materia. Por ejemplo, encontramos papeles reciclados, con todo su marketing ecológico de sustentabilidad y cuidado ambiental, que en el proceso de producción son mucho más nocivos que los papeles no reciclados. Encontramos también productos que teóricamente sirven para reducir el consumo de agua, que en su producción y en su planteo de reciclaje consumen más agua que la que son capaces de ahorrar en su vida útil.
En muchos casos el verdadero diseño sustentable estaría en la NO producción de esos diseños.
Expondré a continuación una serie de datos y reflexiones que pueden resultar un tanto incómodas y por que no, contradictorias, más no es mi intención crear aquí un debate sobre estos puntos concretos. Creo sí necesario comenzar a discutir cuál es y cuáles pueden ser nuestras reales intervenciones como diseñadores, sobre la temática del desarrollo sostenible. Cuáles podrían ser los aportes y aspectos positivos y negativos desde nuestra profesión, (tantas veces devaluada y otras tantas sobrevalorada).
Los siguientes datos se encuentran expuestos sin respetar ningún tipo de orden, sólo se presentan a modo de ejemplos para la reflexión:
– Las empresas que más contaminan el medio ambiente son las que menos intervención de diseño poseen, ya sea en sus productos o en su forma de producción. En un gran porcentaje estas industrias prescinden del diseño, simplemente porque no lo necesitan.
– Sólo uno de cada 10.000 productos se plantea como producto sustentable. Y muchos de los que se plantean como sustentables, en realidad no lo son.
– En el mundo se fabrican más de un billón de bolsas plásticas por año, las cuales poseen una vida aproximada de más de 1.000 años. De todas las bolsas plásticas que se producen en el mundo, se recicla menos del uno por ciento.
– Se desechan por día, en el mundo, millones de envases plásticos, perfectamente herméticos y estancos. Estos envases poseen una vida útil de más de 1.000 años, pero su vida comercial es de apenas unos pocos meses.
– Los mayores consumidores de combustible fósil y los que emiten mayor cantidad de gases que generan el efecto invernadero y el calentamiento global son los países que se autodenominan “países desarrollados”.
– Millones de personas se trasladan diariamente en automóvil, para lo cual ponen en marcha un artefacto impulsado a combustible fósil, de más de una tonelada, para transportar cargas menores a 100 kilogramos.
Y podríamos continuar así, con otros datos similares, que no soportarían ningún análisis serio y que por otro lado están demostrando que algo no se esta haciendo de la mejor manera.
El panorama no parece ser demasiado alentador, sin embargo no hay culpables… o mejor dicho, todos somos culpables, y por lo tanto responsables de generar soluciones.
Es necesario forjar desde el diseño una actitud didáctica, una toma de consciencia, a través del trabajo colectivo e interdisciplinario. No se trata pues, ni de generar una visión negativa y lúgubre sobre el tema y nuestro futuro, ni una visión heroica, redentora e idealista, respecto de las intervenciones que desde nuestra profesión podemos llegar a desarrollar. Considero que es más importante, desde nuestros ámbitos como diseñadores, esforzarse en trabajar por los temas de la vida cotidiana, aportando pequeñas intervenciones efectivas, que obsesionarse con grandes temas teóricos, integrales y abarcativos, de difícil y costosa concreción.
Una de las pequeñas intervenciones efectivas que planteo, es la que se puede realizar en comunidades rurales o semi-rurales, respecto a la valorización de la cultura e identidad de región, a través de la puesta en valor del artesanado y de las pequeñas industrias locales.
El medio ambiente como contexto cultural
El conjunto de circunstancias físicas, culturales, económicas y sociales que rodea a las personas y que actúa como condicionante de todos los signos individuales que se inscriben en el contexto, es lo que se denomina “medio ambiente”. El diseño como disciplina proyectual se encuentra íntimamente condicionado por el contexto, por lo tanto es necesario indagar las temáticas de la educación, la cultura y el medio ambiente, como elementos generadores de identidad de región.
Si bien en todo programa de intervención es preciso atender seriamente el tema económico, en términos de lograr un uso racional de los medios tecnológicos y un correcto aprovechamiento de los materiales, es asimismo necesario plantear expresamente la cuestión del respeto ambiental. Respeto que apunta a lograr intervenciones no agresivas y no violentas con la cultura y el medio ambiente, estableciendo de hecho un compromiso con el entorno patrimonial. Es necesario por lo tanto las intervenciones de tipo sustentables.
Debe entenderse que nuestro vínculo con el entorno se realiza a través de la Integración e interrelación con las diferentes dimensiones o representaciones del medio ambiente. El medio ambiente puede ser entendido como naturaleza a preservar, como recurso a administrar, como sistema a comprender o como problema a resolver. Puede ser entendido también como contexto, es decir como un conjunto entrelazado de elementos dados en el espacio y el tiempo. El medio ambiente puede ser abordado asimismo como paisaje, como sustento de vida y como territorio que permite establecer un sentido de pertenencia, aportando al desarrollo de una identidad cultural.
La calidad del medio ambiente se encuentra directamente relacionada a todo lo producido por las diferentes variantes del diseño y las tecnologías aplicadas. Es decir que está íntimamente relacionado con nuestra calidad de vida. Por consiguiente, el tratamiento del tema demanda y exige un enfoque interdisciplinario, que enriquezca el análisis y la comprensión de las situaciones complejas del medio ambiente, aportando una visión sistémica y global. Es necesario entender el contexto, advertir sus principios, e interpretar sus parámetros y sus reglas.
Por consiguiente, es responsabilidad del diseñador, aportar desde la trazabilidad (creación / vida útil / descarte) de los productos de diseño en la construcción coherente de una tarea educativa de preservación y cuidado del medio ambiente, en el sentido más amplio del término.
La glocalización como eje integrador
He planteado, en más de una oportunidad, la riqueza y el potencial del cruzamiento y de la hibridación cultural, no obstante, si el intercambio se desarrolla en forma desigual y asincrónica, es muy probable que como resultado, una cultura se imponga de facto sobre la otra. Generalmente, son los nuevos medios de comunicación, sumados al comercio internacional, los que provocan esas grandes desigualdades.
Es en el siglo XX donde hemos asistido a un gran avance en la tecnología, sobre todo de las comunicaciones, de la mano de la televisión y más tarde de Internet. La tecnología se ha impuesto como elemento de expansión de Occidente, a tal punto, que la aldea global o globalización, para muchos, es una realidad cultural.
El termino globalización apunta a representar el proceso de cambio que se ha estado viviendo en el último tiempo, teniendo como base la noción de sociedad de la información. Colombres (2004) señala que “Lo que llamamos globalización no es más que una nueva fase del cosmopolitismo occidental, iniciado en el siglo XIV y acelerado en los últimos tiempos por los cambios revolucionarios acaecidos en las tecnologías de la comunicación”.
El proceso de globalización ha ido borrando las fronteras de los países y diluyendo las funciones tradicionales de los estados. En esta nueva fase del capitalismo las corporaciones transnacionales han ido ganando poder en relación a los estados que, frente a la internacionalización de los procesos de producción, solo han atinado a permanecer expectantes.
La globalización pretende a nivel mundial, una homogeneización en los modos de vida, intentando desligarlo de su contexto y de su medio ambiente. Esto genera los llamados no lugares, creando un esquema de valores y comportamientos que permiten desarrollar las condiciones de dominación ideológico-cultural.
Insertos en un contexto cultural que tiende a la uniformidad y la homogeneidad, producto del gran poder de los medios de comunicación e información, y del increíble avance de la tecnología, hace aparición en nosotros una fuerte tendencia defensiva, esgrimiendo el derecho a individualizarnos. Es aquí donde lo global y lo local se ponen en contacto. Nuestra tarea es que ese contacto no termine en choque, sino que sirva de fuente de poder y nos permita crecer, desde todo punto de vista. Es aquí donde el término glocal, como unión de global y local, empieza a tener sentido.
El concepto de glocalización, planteado por Robertson, fusiona la localización y la globalización, tratando de entender el proceso de transformación, articulando la dinámica global con la local. En otras palabras, hace referencia a la noción de globalizar lo local y de localizar lo global.
Glocalización y alteridad están estrechamente unidas en este proceso de respuesta al esquema globalizador convencional. Sólo si conseguimos colocarnos en el lugar del otro, y logramos comprenderlo culturalmente, podremos relacionarnos de igual a igual. La incapacidad de alteridad, es decir, no poseer la condición de poder ser otro, conlleva a situaciones de fuerte desprecio por las culturas no conocidas. Esto determina que una de las partes se sienta superior y con derechos para imponerse sobre la otra.
El discurso global-local exige, en este momento más que nunca, que tengamos que referirnos a las identidades, en forma plural, basándonos en el reconocimiento de origen, en la pertenencia, en la permanencia y la interacción social y simbólica.
La glocalización, como forma de contrarrestar los efectos de la homogeneización globalizante, involucra la valoración de las culturas locales y el fortalecimiento de las identidades regionales a través del trabajo con sectores con bajo nivel tecnológico, como por ejemplo el artesanal y el de las pequeñas y medianas empresas.
Es posible mejorar la posición del sector artesanal, articulándolo con áreas de economías más dinámicas, como las que plantea el sector turístico. Para este trabajo de articulación es conveniente abarcar la franja media de la pirámide de niveles de valor cultural y uso tecnológico en las artesanías, donde se excluye el objeto de autor, es decir la “obra de arte” y las artesanías de aeropuerto u objetos “recuerdo de…”
Las intervenciones desde el diseño pueden contribuir a posicionar los productos artesanales en el mercado, por medio de mejoras en la elección de las materias primas, de manera que resulten adecuados y sustentables; de la optimización del proceso productivo; del perfeccionamiento de la imagen y el valor cultural; y el desarrollo de sistemas de comercialización, que incluyan al consumidor urbano.
Emprendimientos productivos sustentables de base cultural
El diseño tiene en la innovación uno de los valores principales, sin embargo en el caso de emprendimientos de diseño socio-ambientales, de producción sustentable, el valor principal pasa a ser el rescate cultural en la búsqueda de beneficios económicos duraderos, sin destruir la cultura local, ni su medio ambiente.
El pensamiento urbano, dentro de la lógica del mundo globalizado, conlleva una experiencia cargada de información y contaminación visual que resulta nociva al trabajar con grupos aborígenes de zonas aisladas.
Un camino interesante de transitar es el de rescate y valoración de los recursos naturales, culturales y técnicos-artesanales de las regiones, con el fin de ampliar el espectro de consumidores, divulgando y fortaleciendo el mercado de productos comunitarios, sin necesidad de crear productos de autoría.
Nuestro trabajo debe limitarse al rescate y valoración de los elementos sociales, culturales y ambientales de la región, respetando las características y el “ritmo” de vida de la misma.
Es importante además que la experiencia o el reconocimiento del origen agregue mayor valor al producto, mejorando de esa manera la calidad de vida del pequeño productor comunitario.
El objetivo debe ser que la comunidad desarrolle, de la manera más eficientemente sustentable, productos que realmente la representen. Por lo tanto los productos deberán poseer un grado de legitimidad alto, tanto desde la técnica, como de lo formal y lo cultural.
Por eso es muy importante desde nuestro trabajo como diseñadores, el análisis previo que se realice. Si el análisis es inexistente o está realizado sin tener en cuenta los aspectos culturales de la región, pueden surgir algunos problemas, como fue el caso particular del sur de provincia de Mendoza, Argentina, donde luego del año 2000 se intentó impulsar el desarrollo textil regional. En el tejido de la zona se practicaban en gran medida las técnicas ancestrales, que aunque modificadas con los años mantenían su legitimidad cultural. Sin embargo, desde el punto de vista formal, puntualmente en los motivos, éstos no poseían ningún tipo de relación con el medio cultural ni geográfico, hecho que resultó significativo, para el desarrollo sustentable del emprendimiento, dada la dificultad en la comercialización del producto en el ámbito del turismo cultural.
La experiencia del diseño artesanal
En el departamento de Malargüe, provincia de Mendoza, nace a principios del año 2008 la idea de promocionar, apoyar y fortalecer algunos emprendimientos existentes y otros próximos a iniciarse, con el fin de aportar al desarrollo socio económico de la región. En el marco del Programa de Industrias Culturales, de la Incubadora de Empresas de Malargüe surge el Desarrollo de Emprendimientos Productivos Sustentables de Base Cultural.
La incubadora de empresas culturales tiene como objeto realizar un trabajo profesional para captar y fortalecer las labores culturales realizadas tanto en el área urbana, como así también en la zona rural, entre los que se puede citar tejido al telar, hilado y teñido de lanas, trabajo en cerámica y piedra, desarrollando sobre los mismos identidad propia y original, coherente con la identidad de región, transmitiéndoles al mismo tiempo la importancia de la cultura emprendedora y del desarrollo sustentable.
El fin que se persigue es el de obtener emprendimientos que asienten sus bases en la creatividad, en la sustentabilidad y en la identidad regional, de manera que se establezcan nuevas formas de consensos en la creación del capital social que genera cultura.
Para tal fin se trabajó fuertemente e interdisciplinariamente sobre el fortalecimiento y la recuperación de la identidad de la región, teniendo en cuenta las costumbres, las materias primas locales, los códigos, los lenguajes y demás elementos identitarios con cualidades y atributos tangibles e intangibles.
El proyecto se asentó sobre la articulación de cuatro campos concretos: el mercado, a través de la elaboración de un plan de negocios; el diseño de productos de base cultural; la comunicación visual con fuerte identidad regional de los productos y de los emprendimientos; y la tecnología, desarrollada a través de la capacitación técnica.
El trabajo de diseño propiamente dicho se programó en tres amplias etapas. Una primera etapa, previa a la realización de los productos artesanales, consistió en un relevamiento de motivos y productos, a fin de crear una especie de catálogo morfológico, que permita poseer una base de datos sólida, respecto de los productos artesanales existentes y, asimismo, posibilite experimentar la innovación dentro de unos parámetros culturales lógicos.
Una segunda etapa involucró al diseño y a la producción objetual. Respecto a la intervención del diseño en esta etapa, se especificó que el mismo no debería sobrepasar el comentario, la recomendación o la idea del producto en crudo. Pues, como indica Christian Ulman (2008) “cuanto menor sea nuestra intervención, mejor el resultado (el producto tendrá mayor calidad estética y mayor interés cultural). Esta forma de aproximación, sin duda, permitirá que la comunidad recupere o forme su autonomía, como condición básica para la autosustentabilidad.”
El trabajar con comunidades artesanales, micro empresas y pequeñas industrias, permite poseer una gran flexibilidad en la producción, permitiendo realizar pequeñas modificaciones al producto, sin generar perdidas significativas. Esto crea emprendimientos competitivos donde la tecnología no se ubica en primer plano, sino que se valora ante todo la cultura local y las técnicas artesanales o seudo artesanales.
El propósito concreto de los emprendimientos existentes fue el de desarrollar productos textiles de primera calidad, en base al hilado manual de lana de guanaco, de cabra y de oveja, como materia prima local y la utilización de las técnicas ancestrales del telar mapuche.
De esa manera se desarrolla una producción artesanal que genera nuevas oportunidades de mano de obra en las zonas rurales, al tiempo que valoriza la identidad de la región y el uso de materias primas naturales.
En la distribución de los productos es importante que se manifieste claramente el reconocimiento del origen, a través de una comunicación e información con fines didácticos. Esto es un gran aporte, sobretodo en el sector del turismo cultural, pues genera un valor agregado que repercute positivamente en la comercialización.
Conclusiones
-Apreciaciones generales-
Un auténtico desarrollo humano debe tener en cuenta el medio ambiente, la evolución económica y social y por sobre todo poseer una conciencia de identidad y de responsabilidad regional. Por lo tanto se deberán integrar todas las actividades culturales que permitan fortalecer el espectro de expresiones creativas que hacen a la construcción de la identidad como región.
Las comunidades que aprecian y valoran su medio ambiente tanto como su patrimonio cultural, desarrollan un fuerte impulso que se despliega en todos los ámbitos sociales y económicos. Eso les permite darse a conocer, ya sea regional, nacional o internacionalmente con una identidad propia y original, generando de esta manera, valor en ciertos productos y servicios relacionados tanto al ámbito del turismo, como del comercio de exportación.
Es innegable que existen ciertas matrices simbólicas que actuando en forma autónoma pueden funcionar de cimientos de una conciencia cultural regional. Porque aún cuando pareciera que los intereses individuales prevalecen sobre los de la sociedad, no todo esta perdido. Donde la competencia y la insolidaridad responden sólo a satisfacer placeres egocéntricos, donde los arquetipos culturales ya no tienen cabida, donde el grado de saturación y consumo han llegado a niveles asombrosos, se vislumbra en el horizonte un futuro, por lo menos diferente. Puesto que hoy, como contrapartida a un bombardeo desproporcionado, de una cultura unificadora desde los medios de comunicación, existe a partir de las sociedades, una tendencia a recuperar la memoria como forma de estructurar discursos identitarios válidos. Y esa memoria recupera de alguna manera el respeto cultural y ambiental que aquí, como parte comprometida de la sociedad, estamos reclamando.
Estableciéndonos en un contexto de subdesarrollo (o en vías de desarrollo) como el que presenta nuestra América, e interviniendo puntualmente en zonas rurales y semi-rurales, con población originaria, lo más apropiado es el planteamiento de las pequeñas industrias artesanales o de tecnología básica. Industrias que prioricen la utilización de materias primas naturales, renovables y de fuerte arraigo cultural y geográfico, y que en la producción y comercialización de productos regionales, como por ejemplos dulces y embutidos, apliquen la práctica del re-uso y el reciclado de baja industrialización. Por ejemplo, el uso de envases de vidrio ha probado ser un elemento sumamente válido tanto para el re-uso (botellas, frascos y envases que luego de un correcto lavado pueden ser reutilizados para fines similares o diferentes, según el caso), como para su reciclado.
Un reciclaje de baja industrialización, artesanal o cuasi artesanal, puede generar trabajo y permitir insertarse al mercado a gran cantidad de personal con bajo grado de tecnificación. Por supuesto que para lograr esto último, es necesario que existan claras políticas desde los gobiernos, locales, provinciales y nacionales y hoy por hoy eso es algo que desde los ámbitos de poder se está debiendo.
La falta de políticas desde los ámbitos gubernamentales ha hecho que sistemáticamente fracasen emprendimientos sustentables con proyección a largo plazo, pues económicamente siempre es necesaria una fuerte inversión desde el estado, y en general ocurre que existen “otras prioridades” de corto plazo que resultan, para los políticos, más redituables en cuanto a votos.
-El compromiso desde la disciplina-
Realizar en forma responsable nuestra labor como diseñadores, comunicadores y como creadores de imagen supone un gran compromiso con la sociedad y el medio ambiente que nos contiene. Compromiso que implica sumarnos al proceso global de manera tal, que podamos aportar nuestro enfoque regional y local. Es decir colocar el concepto básico y fundamental de glocalización como eje integrador para la construcción de un futuro sustentable, en el marco de nuestra identidad como latinoamericanos.
Es imprescindible entender hoy, que los problemas ambientales no son un peligro lejano sino una realidad cotidiana. Debemos trabajar cultural y ambientalmente en forma responsable, asumiendo el compromiso de prever los comportamientos futuros de los productos de diseño.
Es necesario trabajar interdisciplinariamente para construir en forma coherente y de manera constante la identidad regional, reconociendo el proceso de glocalización como forma de avance y crecimiento de nuestra sociedad.
En todo proyecto de diseño, sea gráfico u objetual, debe conocerse el pasado y la relación de los factores que han ido conformando el escenario actual (nada nace en forma espontánea). Luego es necesario visualizar el presente, ya como resultado concreto del proyecto, por medio del análisis de los actores actuales, y por último prever los posibles escenarios futuros, estableciendo y planteando comportamientos en el tiempo.
Sin dudas que resulta bastante incierto predecir el efecto futuro de un producto de diseño o de una comunicación visual, por eso es preciso y fundamental realizar en la etapa proyectual una investigación profunda y un desarrollo que involucre procesos retrospectivos relativos a las oportunidades, necesidades, condicionantes y a la relación de los factores que han ido conformando el escenario actual. Una investigación que involucre procesos introspectivos, relativos a la pieza de diseño propiamente dicha por medio del análisis de los actores actuales. Y que involucre procesos prospectivos, relacionados con el futuro de la pieza previendo los posibles escenarios futuros, estableciendo y visualizando comportamientos en el tiempo. No podemos asumir una actitud descomprometida, sino que es necesario plantear ya desde el principio del proceso de diseño, por ejemplo, su re-uso, su reciclado o su forma de descarte.
Es importante que, desde nuestros mínimos ámbitos de poder, procedamos de manera coherente en pos de implementar un diseño sustentable, innovativo, comprometido con el medio, cuidando y preservando el ambiente y respetuoso del entorno cultural. Es preciso forjar una educación cultural, que interprete a su vez la identidad latinoamericana, planteando al reconocimiento de origen como elemento generador de valor.
Es preciso diseñar para el cambio, evitando sumarse al facilismo marcario que nos determina la sociedad de consumo, trabajando con el planteo de “como queremos vernos” y no el “como queremos que nos vean”.
Es imperioso pugnar por proyectos regionales que incorporen elementos que forman parte de nuestro patrimonio heredado, entre los que se encuentra el patrimonio ambiental, aprendiendo a ver el mundo con una visión Latinoamericana y no seguir viendo a Latinoamérica desde el punto de vista de la mundialización.
El rescate cultural como forma de búsqueda de un diseño auténticamente nuestro, permitirá la evolución del componente aborigen, asegurando su presencia como elemento indiscutido de nuestra identidad.
No podemos dejar de tener en cuenta los recursos ambientales y las diversas formas de entenderlos y aprovecharlos, practicando la recuperación de elementos de culturas que han tenido un enorme compromiso con nuestro medio ambiente y con nuestra tierra. Es imprescindible buscar en el pasado para construir el futuro.
No podemos ser cómplices de los agentes de la deculturación. Por lo tanto no debemos renunciar a la responsabilidad que nos compete como diseñadores, para dar respuestas y soluciones de diseño, comprometidas con el medio ambiente, la sustentabilidad y la identidad de región.
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